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miércoles, 2 de abril de 2014

Una expiación moderna

Hace unos días, fuimos al parque, estuvimos jugando en los toboganes y en un momento hubo un niño de unos 9 ó 10 años  que llevaba alzada  a una nena de unos 13 ó 14 meses. La subió hasta la casita arriba, para hacerla bajar por el tobogán pero después que el bajo, la nena no quiso bajar, tenía mucho miedo. Empezó a llorar y subí a bajarla, porque ya estaba a punto de caerse por un lado de donde estaba. 

Después de bajarla, ella empezó a caminar hacia donde estaba su familia (reunión familiar en la parte techada del parque a unos metros de los juegos), y la nenita, quien tenía muy poca experiencia caminando, estaba cruzando justo frente a los columpios. Mark y yo la vimos que iba en dirección a su familia, pero pasaría frente a uno de los columpios ocupadospor un niño de unos 6 años y ambos dijimos la va a golpear!!!. Mark corrió hacia los columpios mientras ella seguía avanzando sin darse cuenta en dirección que la hacía peligrar recibir un golpe. El columpio pasó una vez más tan cerca de ella que rozó las colitas de su cabello, y cuando iba a llegar el momento en que el columpio golpearía a la nena, Mark pudo llegar a tiempo para jalar a la niña evitando así un fuerte golpe para ella, lo que Mark no se había dado cuenta (ni yo), es que Mark tenía en brazos  a Liam, mi bebé. Liam fue quien recibió el golpe en lugar de la nena. Cuando vi la cabeza de mi bebé irse con fuerza hacia atrás, sentí que mi corazón se paralizó, corrí hasta donde estaban ellos y jalé el columpio para detenerlo y evitar mas golpes a los 3 que estaban en el piso. Le dije al niño del columpio  Detente! No puedes detener el columpio?, el me dijo que no! luego voltee a ver a mi hijo ya segura que no habría otro golpe para nadie y esperando que todo este bien con él. 

No puedo negar que sentí frustración, porque mi bebé era inocente y no merecía ese golpe, quise encontrar un culpable, pero me invadió un sentimiento fuerte sobre la expiación. También sabía que la nena era tan inocente como Liam, soló tomó una decisión incorrecta de ir en esa dirección pero no era consciente que era lo que iba a pasarle y que aunque el niño del columpio era mas grande, quizá tampoco sabía que hacer para detenerse a tiempo. La nena soló nos miraba asustada, su familia ni se dió cuenta de lo que había pasado. La encaminamos en dirección a donde estaba su familia y regresamos a casa, yo asustada y Liam llorando.
En ese momento mientras tranquilizaba a mi hijo, me puse a pensar en nuestra Madre Celestial y en lo difícil que habrá sido para ella ver a Su hijo expiar nuestros pecados. Pagar por las malas decisiones de personas que Sí sabemos lo que hacemos y que a veces sabiendo lo bueno y lo malo actuamos como si nada malo podría pasarnos como consecuencia a nuestras acciones y lo peor es que a veces ni valoramos lo que significó ese sacrificio y las bendiciones que recibimos por medio de ella.

A veces, en esta vida, caminamos como perdidos frente al peligro como esa nena sin darnos cuenta como nos vamos acercando más a algo que nos afectará en forma física, espiritual, emocional o todas al mismo tiempo. Estemos atentos y alertas a los peligros que nos rodean. Debemos recordar que ya Cristo pagó por nuestros pecados y que gracias a El pordemos ser limpios nuevamente. Vivamos agradecidos por ese sacrificio maravilloso que realizó por nosotros. Demostremos ese agradecimiento haciendo un esfuerzo extra por obedecer más y mejor sus mandamientos.

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